Año tras año, la taquilla del cine nacional en España bate sus peores registros frente al cine extranjero (principalmente norteamericano) con ridículas cuotas de pantalla. La causa inmediata es que las producciones nacionales, simplemente, no gustan “al respetable” como diríamos en la tauromaquia.
Esta situación se deriva de la escasa preocupación que tienen los padres de dichas producciones por ajustarse a la demanda del publico, sencillamente porque sus ingresos están cubiertos en buena medida por líneas de subvenciones, por dinero que por imperativo legal las cadenas de televisión han de dedicar a producir cine nacional y por un sistema de cuotas en los cines, que obliga a los empresarios del sector a tener en cartel un porcentaje mínimo de cine español (aunque la sala esté vacía sesión tras sesión).
Quizás sea precisamente ésta la causa de los malos registros del cine, su limitada vinculación al mercado final; y es que como comentaba el número 1012 de la revista Época “el intervencionismo y el amiguismo terminaron abocándolo a un callejón sin salida. El cine español se estancó” y pues debemos olvidar las leyes del mercado de la oferta y la demanda.
Sin embargo, aunque el cine español no tenga el respaldo final del público, el ciudadano medio sí realiza una significativa aportación al mismo, en la medida que es un contribuyente fiscal, de tal manera que paga de sus bolsillos su butaca virtual en forma de impuestos. Por su parte, partimos de que uno de los objetivos teóricos básicos de cualquier gobierno es la política redistributiva, basada en esquemas de impuestos progresivos complementados por líneas de ayudas sociales.
Pues bien, la política que recibe parte del cine español, puede denominarse de cualquier forma menos redistributiva, pues el contribuyente nacional está financiando una actividad empresarial privada, sin interés público (a la vista de la taquilla) y no solo eso, sino que el destinatario final es en numerosas ocasiones un acaudalado personaje.
Si bien, este proceso no es nuevo, un informe demoledor del periodista Alfonso Basallo en la revista Época, comentaba que en 1990, 39 cintas fueron subvencionadas con 2.000 millones de pesetas... sólo se estrenaron 22. Hubo, pues, 17 estafas directas del tipo ‘coge el dinero y corre’ en un ejemplo de despilfarro público.
Y es que en un mercado perfecto, la remuneración que un agente recibirá será proporcional a la generación de valor de su actividad; si bien dicho individuo quiere obtener más riqueza de la que ha creado tendrá que apropiarse del valor generado por un individuo ajeno... tal caso como el robo... y por que no decirlo, la subvención.
Así la subvención es una apropiación canalizada por el Estado, si lo prefieren más limpio, cómodo y efectivo que el robo. Es precisamente ésta la situación de buena parte del cine nacional, que hace ya tiempo que ha optado por chupar del bote del subvención, el tan traído “pilla pilla presuspuestario”.
Incapaces de hacer películas que agraden a los españoles, se han resignado a vender sus productos a los políticos. Así una autoproclamada élite cultural, que se considera moral e intelectualmente superior, pero que no duda expresar sus simpatías a unos referentes morales como Ho Chi Min, el Che y otros genocidas varios.
Y que por supuesto, poco les importa el simple y llano hecho de que el publico español no los soporta, y por tanto no hacen colas antes sus taquillas. Tal es el caso de los Guillermo Toledo, Pilar Bardem, Pedro Almodóvar de turno...
Por si fuera poco, estas hordas de vividores farandulistas atacan los fundamentos de la sociedad a la que expolian y se dedican a socavar y menospreciar los valores del común de los españoles a la par que tratan de vivir del presupuesto público, mientras que unos sufridores ciudadanos, que aun no queriendo ver sus películas (y de hecho no lo hacen) deben pagar sus fílmicos esperpentos a través de sus impuestos.
La punta del iceberg y recurrente ejemplo del proceso, suele ser Pedro Almodóvar, en la medida que es el cineasta nacional con mayor proyección internacional.... tal y tal...
(Así que el próximo post, será dedicado exclusivamente a Pedro Almodóvar)